Cuando
volvemos de las vacaciones de verano,
toca volver a la rutina. Es el peor momento para plantearse inmediatamente
nuevos retos, es mejor que hayamos entrado en la rutina, que nos hayamos
acostumbrado a los horarios, a las comidas, al ritmo acelerado, pocas horas de
sueño, alimentación rápida, etc.
Una vez
estemos acostumbrados al ritmo que llevaremos en los próximos meses, es cuando
podremos decidir cuando tenemos tiempo libre, deberemos valorar cuanta energía
necesitaremos para la nueva actividad, podremos planificarla e incluso probarla
unos meses.
Si somos
capaces de adaptarla a nuestra rutina, podremos establecerla como una actividad
fija. Si no es así, quizá hemos de cambiar el horario, el día, o el lugar, o
incluso la actividad.
Dicho así
parece que hay que hacer demasiadas cosas antes de hacer nada, pero es un
hábito que vale la pena cultivar ya que nos podemos ahorrar frustraciones,
dinerito, y esfuerzos. Me refiero sobre todo a actividades como ir al gimnasio,
apuntarse a clases de inglés, que lo percibimos como algo necesario, aunque no
siempre nos apetece mucho hacer. Es mejor buscar la actividad que se adapta a
nuestra forma de ser y ritmo.
Cuando
hablamos de enfrentarnos a nuevas
situaciones laborales, familiares, sociales, lo ideal es poderlas preparar,
asimilar e incluso visualizar, pero si no puede ser, es posible que nos cueste
afrontarlas porque lo primero que nos va a pasar es que vamos a sentir miedo.
Miedo al cambio, miedo a las cosas nuevas, miedo a salir de nuestra zona de
confort, miedo a no controlar la situación, a las críticas, a perder comodidad,
a tener que esforzarnos más,
La forma de
afrontar el miedo es “ir hacia el”, o sea, hacer justamente aquello que te da
miedo, incluso se utiliza para el tratamiento de las fobias de forma controlada
(desensibilización sistemática). Aunque una forma más sencilla de enfrentarte a
lo que te da miedo, es saber porqué te da miedo, para qué te está sirviendo. Si
comprendes a qué tienes miedo y porqué, sólo te hace falta motivación para
conseguir lo que te propongas.
Algunas cosas
nos dificultan esta tarea, como autoinstucciones
negativas o autosabotaje, creencias
y prejuicios que vamos acumulando a lo largo de nuestra vida. Seguramente,
si confías en ti mismo te verás más capaz de afrontar esos miedos. En cambio si
tu autoestima es baja, aumentará el
autosabotaje.
La culpa es otro de los motivos que nos
bloquean para hacer cosas nuevas o enfrentar situaciones diferentes. Hay ideas
que nos bombardean y no nos dejan ver que tenemos derecho a buscar ayuda (no
tenemos porqué resolver los conflictos siempre solos), a que podemos equivocarnos (
es la mejor forma de aprender), a que no tenemos que saberlo todo, a que podemos darnos un tiempo para conseguir nuestros objetivos...
No hay comentarios:
Publicar un comentario