miércoles, 5 de octubre de 2011

Prejuicios


Los prejuicios y las creencias son aspectos necesarios en nuestras vidas porque nos protegen de las situaciones nuevas, de las personas que no conocemos y nos ayudan a crear patrones y ordenar la diversidad de estímulos que nos rodean constantemente. Pero si nos dejamos llevar por ellos ciegamente, podemos cometer graves errores,  perder oportunidades, generar conflictos y sobre todo crearnos malestar al no ser capaces de aceptar la realidad que nos rodea.

Los prejuicios, las creencias, las experiencias, los valores, los hábitos, son elementos que guardamos en nuestra mochila particular y tiñen de un color u otro, todos nuestros actos, conductas y emociones.

Frases como “siempre hay que estar al 100%”, “la casa siempre tiene que estar limpia y recogida”, “tengo que dar mucho amor para que me quieran”, “si no hago lo mismo que ellos pensarán que soy raro”, “no puedo soportar estar solo”, “si me deja me moriré”, “tengo que ser perfecta para dar ejemplo”, “no necesito la ayuda de nadie, yo solo puedo con todo”, marcan nuestra vida y muchas veces nos hacen profundamente infelices, por no decir que nos hacen caer en la enfermedad.

Ser tolerante con los demás  es beneficioso porque nos ayuda a ejercitar la capacidad de aceptar que no todo el mundo tiene porqué actuar o pensar como uno mismo.

La flexibilidad nos ayuda a adaptarnos a esa diversidad, permite que exista una gama de colores en lugar de que exista el blanco y el negro únicamente.

La empatía podemos utilizarla para saber cómo piensan y sienten los demás, afectando y cambiando el color del cristal con que se mira una realidad.

No sólo el mundo sería mucho mejor si todos practicáramos estos hábitos emocionales tan saludables, si no que nosotros seríamos más felices, ya que estaríamos en mejorada armonía con nuestro entorno social.
Aceptemos pues, que somos animales sociales y que nuestra realidad es la que es. No esperemos que nadie venga a salvarnos ni a hacernos felices, porque el cambio siempre se da desde dentro de cada uno de nosotros.

Por cierto, nadie dijo que fuera fácil ;-)

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